Nuestra vida está marcada de decisiones. Por lo general, las decisiones de nuestro día a día van a ser
fáciles y sin apenas repercusión sobre nuestro futuro: ¿Qué como hoy? ¿Salgo a dar una vuelta este fin de
semana o me quedo viendo la TV? ¿Me pongo estas u otras zapatillas?
Sin embargo, en otras ocasiones estas decisiones no son tan sencillas; es lo que ocurre con las decisiones
sobre el dinero. Cuando tenemos una cierta cantidad de dinero ocioso nos solemos preguntar, ¿lo invierto o
lo guardo por si surge algún imprevisto? Estas decisiones no son tan sencillas para nosotros, y son
verdaderamente importantes para la economía: es la llamada preferencia por la
liquidez.
¿Liquidez o rentabilidad? Nosotros elegimos
Supongamos una economía en la que solo existen dos formas de gestionar nuestra riqueza. Podemos tener
efectivo, lo que nos permite comprar cualquier cosa o pagar cualquier servicio que tengamos
contratado pero
a cambio no nos proporcionará ningún tipo de rentabilidad. En cambio, invertir en algún depósito a plazo
fijo o en bonos de un estado, por ejemplo, no nos servirá para pagar ningún tipo de producto ni servicio,
pero a cambio nos proporciona una cierta rentabilidad.
Este comportamiento de mantener una parte de nuestra renta en efectivo, en lugar de colocarla en algún
instrumento que nos dé una cierta rentabilidad, tiene un nombre en economía y es lo que se llama la
preferencia por la liquidez. Hay tres motivos por los cuales preferimos
mantener esta riqueza en
efectivo:
El motivo transacción, o la necesidad que todos tenemos de
financiar las transacciones
diarias, como la compra de productos alimenticios o el pago de recibos domiciliados.
El motivo precaución, o mantener una parte de ese dinero
ahorrado para necesidades futuras
o contingencias imprevistas.
El motivo especulación, o la opción de invertir una parte
de nuestra renta en productos de
renta variables, como por ejemplo acciones de bolsa, que nos puedan proporcionar una rentabilidad
superior a los productos de renta fija.
Por todos estos motivos, preferimos mantener nuestra riqueza en liquidez en
lugar de en otros activos que
sería más difícil desprendernos de ellos. Pero, ¿de qué depende que mantengamos más o menos cantidad de
nuestra renta en efectivo? Aquí es donde entran los tipos de interés.
Los tipos de interés: cuanto más altos, menos efectivo
La demanda de dinero por parte de la población y, por tanto, el hecho de que la población se decante por la
liquidez, depende en todo momento del tipo de interés vigente en cada
momento, de forma que un menor tipo de
interés provoca una menor demanda de dinero y viceversa.
Pero, ¿por qué ocurre esto? Cuando aumenta el tipo de interés, el coste de oportunidad de conservar dinero
en efectivo es mayor porque siempre podremos obtener una mayor rentabilidad si lo colocamos en un producto
de renta fija. Por ejemplo, si disponemos de 1.000 euros para invertir en un depósito a plazo fijo al 2%
durante un año, al final del período habremos obtenido 1.020 euros. Sin embargo, si este tipo de interés
sube al 5% habremos ganado 1.050 euros.
Del mismo modo, si el tipo de interés baja, el coste de oportunidad de mantener dinero
en efectivo será
menor, porque la rentabilidad obtenida por el depósito también es menor. Cada disminución
adicional del
tipo de interés hace que el conjunto de los individuos decidan mantener cada vez más cantidad de dinero
desean conservar.
Sin embargo, la preferencia por la liquidez no solo depende de los tipos de interés vigentes en el mercado.
También depende de las expectativas de los individuos y de cuánto creemos
que van a subir o bajar en el
futuro. Si consideramos que en el futuro los tipos de interés van a ser mayores, conservaremos parte de
nuestra renta en efectivo para invertirlo más adelante en productos de inversión que nos proporcionan una
cierta rentabilidad. Del mismo modo, si creemos que estos tipos de interés serán más bajos en el futuro,
intentaremos sacarle más rentabilidad ahora.
En realidad, todo depende de la situación económica general. Si la
situación es buena, quizá no nos
interese mantener tanto dinero en efectivo, pudiendo permitirnos colocarlo en depósitos a plazo fijo,
mientras que si la situación es adversa, mantendremos más efectivo en nuestro poder, sobre todo por el
motivo precaución. Además, en general, los tipos de interés más altos se corresponden con situaciones
expansivas, mientras que los tipos de interés bajos se corresponden más bien con situaciones de recesión
económica.
Estoy seguro que puede que tengas otro tipo de motivos para mantener tu renta en efectivo, incluso porque
simplemente te gusta ver los billetes de euro en tu bolsillo; el caso es que esta
liquidez la elegimos cada
uno de nosotros individualmente por el motivo que sea; sin embargo, los Bancos Centrales
tienen mecanismos
(sobre todo el tipo de interés) para hacernos cambiar de opinión.
Al final, la decisión es de cada uno de nosotros.