Los ETF (siglas a partir del inglés exchange-traded funds), son fondos de inversión que cotizan en bolsa, por lo que están a medio camino entre las acciones y los fondos de inversión.
Surgieron en los años 90 en Norteamérica, aunque no llegaron a Europa hasta los 2000. En este tiempo se han transformado en una forma de inversión clave en muchas carteras, sobre todo para los que buscan diversificar de forma sencilla. Pero ¿qué son exactamente los ETF y cómo comparan con las acciones y los fondos de inversión tradicionales?
¿Qué son los ETF?
Los ETF son “fondos de inversión que se negocia en bolsa”(esta es la traducción de exchange-traded funds). Eso significa que se pueden comprar y vender en el mercado a lo largo del día, igual que la acción de una empresa cotizada.
Los ETF suelen replicar un índice de acciones (como el IBEX35 o el S&P 500), materias primas, un índice de bonos u otras referencias, y su éxito depende de la exactitud con la que consiguen obtener la misma rentabilidad que aquello que replican. Por eso se dice que son de gestión pasiva: no necesitan que un gestor piense en qué tiene que invertir, simplemente invierte en lo mismo y en la misma proporción que el índice de referencia. Hay algunos ETF que sí son gestionados de forma activa, pero son una minoría.
Además, una vez elegido el índice que se quiere replicar, no todos los ETF son iguales, hay que decidir la divisa en la que se invierte, si acumulan o distribuyen los dividendos e intereses, cómo replica al índice (comprando las acciones o bonos directamente o a través de derivados) y que comisiones tiene.
Semejanzas entre los ETF y las acciones
La principal semejanza entre los ETF y las acciones de empresas individuales es que se negocian en bolsa, se pueden comprar o vender en cualquier momento durante las horas que está abierto el mercado. Gracias a esto, sabemos su precio en todo momento durante la sesión bursátil, y podemos conseguir el dinero rápidamente en caso de necesidad. De hecho, hay gente que los utiliza para hacer trading (algunos hacen análisis técnico), comprando y vendiendo en un intervalo de minutos u horas.
Similitudes entre los ETF Y los fondos de inversión
Por otro lado, los ETF comparten características con los fondos de inversión en cuanto a diversificación y gestión profesional. Al invertir en un ETF que replica el comportamiento de un índice, por ejemplo, los inversores están comprando muchas acciones o bonos, igual que en un fondo de gestión pasiva, lo que les permite diversificar su cartera de forma eficiente sin la necesidad de comprar cada acción o bono individualmente. Y con la ventaja de reducir el riesgo individual asociado que tienen éstos.
Además, igual que los fondos de inversión tradicionales, los ETFs son gestionados por profesionales, que se encargan de ajustar la cartera del ETF para reflejar cambios en el mercado o en el índice al que quieren imitar. Esto permite a los inversores delegar los ajustes técnicos en expertos financieros, y ahorrarse el tiempo necesario para gestionar sus inversiones de forma activa.
Diferencias clave con acciones y fondos de inversión
A pesar de estas similitudes, hay algunas diferencias clave entre los ETF, las acciones y los fondos de inversión tradicionales. Por ejemplo, a diferencia de las acciones individuales, que representan la propiedad parcial de una empresa, los ETF representan la propiedad parcial de una cartera de activos subyacentes (que puede incluir empresas, bonos, materias primas…).
Además, mientras que los fondos de inversión suelen tener un valor liquidativo que se calcula al final del día, los ETF se negocian en bolsa en tiempo real, lo que significa que sus precios pueden fluctuar a lo largo del día en función de la oferta y la demanda en el mercado.
Otra gran diferencia son las comisiones de gestión. La mayoría de los ETF suelen tener costes menores que los fondos. El impacto de estos ahorros en costes puede ser muy significativo en nuestras inversiones, especialmente cuando los rendimientos del mercado son bajos. Sin embargo, los ETF sí tienen costes de compra y venta, lo que hace más complicada una estrategia de aportar todos los meses un poco.
Por último, no se puede traspasar el dinero de un ETF a otro sin antes venderlo (y pagar impuestos por los beneficios). Los fondos de inversión permiten posponer el pago de impuestos: el dinero se puede traspasar de un fondo a otro, y sólo pagaremos impuestos por los beneficios conseguidos una vez vendamos definitivamente el fondo.
Cómo decidir cuál es para mí
Con todo esto en mente, la decisión es mucho más sencilla:
Para tener una diversificación suficiente, es mejor invertir en ETF y fondos de inversión, porque invierten en acciones y bonos de muchas empresas distintas.
Si, además, queremos invertir algo de dinero todos los meses, los fondos no cobran comisión al comprar (los ETF sí).
A cambio, los ETF tienen una comisión de gestión menor y dan acceso a muchos más índices que los fondos indexados.
Las acciones individuales, por su parte, suponen más riesgo, porque no están diversificadas. El futuro de la inversión depende de la evolución de esa empresa concreta.
Hay que tener en cuenta que elegir un ETF o un fondo de inversión requiere un poco de tiempo para entender bien en qué invierten el dinero, pero mucho menos de lo que se debería dedicar antes de comprar acciones de una empresa concreta.
En conclusión, los ETF son un producto útil para los inversores, porque mejora el acceso al mercado, ampliando la lista de opciones de inversión (algunos ETF aglutinan inversiones en productos que normalmente sólo eran para inversores institucionales), su comisión de gestión tiende a ser más baja, y se pueden comprar y vender durante el día, recibiendo el dinero en la cuenta en el mismo momento.