Plan amigo Si un amigo te invita a ING, te llevas 250 €. ¡Y tu amigo se lleva 50 €! Más info Promo Nuevo Promo Promo
Volver
ETF, ETC, ETN y ETP… ¿qué son y en qué se diferencian? Cada vez es más común oír hablar de productos cotizados como los ETF, pero es menos habitual conocer a sus primos: los ETC y los ETN. Aunque están presentes en muchas carteras, siguen generando muchas dudas.

Lo primero que conviene saber es que todos ellos pertenecen a una misma familia: los ETP, o “Exchange Traded Products”, que en español se puede traducir como productos cotizados. Bajo este paraguas se agrupan estos instrumentos financieros que tienen el mismo punto en común: cotizan en bolsa y permiten invertir de forma sencilla en una variedad enorme de productos.

¿Qué diferencias hay entre ellos? ¿Qué papel juegan los ETP en una cartera?
¿Qué es un ETP? Los ETP, como su propio nombre indica, es un producto financiero que se negocia en bolsa igual que una acción, pero que no representa una empresa, sino que replica el comportamiento de un activo o conjunto de activos.
Pueden seguir un índice bursátil como el Ibex 35 o el S&P 500, una materia prima como el oro o el café, un conjunto de bonos, una divisa... Su principal atractivo es que permiten acceder a mercados muy diversos de forma sencilla, transparente y con costes generalmente bajos.

¿Qué tienen en común todos los ETP?
Aunque existen distintos tipos, todos los ETP comparten tres características clave:
Cotizan en bolsa: se compran y venden durante el horario de mercado, igual que las acciones. Replican un activo subyacente: es decir, su objetivo es seguir lo más fielmente posible el comportamiento de un índice (en el caso de los ETF), una materia prima (ETC) o cualquier otro tipo de activo (ETN). Tienen una estructura estandarizada: : están diseñados para ser líquidos, accesibles y fáciles de negociar, lo que los hace atractivos tanto para inversores particulares como institucionales. En función del tipo de activo que replican y de cómo están estructurados, los ETP se dividen principalmente en tres categorías: ETF, ETC y ETN. Cada una tiene sus particularidades, y entenderlas es clave para saber cuál se adapta mejor a tu perfil como inversor.
ETF: el fondo cotizado más popular Los ETF (“Exchange Traded Funds”) son, con diferencia, los ETP más populares. Se trata de fondos de inversión que cotizan. Replican la evolución de un índice, un sector o un conjunto de activos, y se negocian en bolsa, igual que una acción.

Su funcionamiento combina lo mejor de dos mundos la diversificación de un fondo de inversión tradicional y la flexibilidad de operar de una acción.
¿Cómo funcionan los ETF?
Un ETF reúne el dinero de muchos inversores para comprar todas las acciones de un índice determinado. Por ejemplo, un ETF sobre el IBEX 35 comprará las 35 mismas acciones que componen ese índice, en la misma proporción. Si el índice sube, el ETF también lo hará (y viceversa). También empieza a haber ETF de gestión activa, que intentan mejorar la rentabilidad del índice, pero son menos comunes.

Los ETF destacan por su diversificación, liquidez y bajos costes, lo que los convierte en una opción muy popular para construir carteras. Sin embargo, conviene recordar que no permiten el traspaso fiscal entre productos (en España) y que, como cualquier inversión en renta variable, están expuestos a la volatilidad del mercado. Además no todos los ETF son iguales: algunos replican físicamente el índice y otros lo hacen mediante derivados.

Son una buena opción para inversores que buscan una forma sencilla y eficiente de diversificar su cartera, con costes bajos y sin necesidad de seleccionar acciones una a una, así como para quienes quieren seguir una estrategia pasiva de largo plazo.

ETC: invertir en materias primas Los ETC (“Exchange Traded Commodities”) son productos cotizados diseñados para replicar el comportamiento de una materia prima concreta o de un grupo de ellas. Permiten invertir en productos como el oro, el petróleo, el gas natural o incluso metales industriales, sin necesidad de comprarlos físicamente.
¿Cómo funcionan los ETC? A diferencia de los ETF, que son fondos de inversión, los ETC están estructurados como títulos de deuda. Esto significa que, en lugar de invertir directamente en la materia prima, el inversor posee un título de deuda del emisor.

Con frecuencia, esos títulos de deuda están respaldados físicamente por la materia prima que replican. Por ejemplo, un ETC de oro puede estar garantizado por lingotes reales almacenados en cámaras acorazadas, lo que ofrece una mayor seguridad al inversor. En otros casos, la réplica se realiza mediante derivados financieros, como futuros, lo que permite seguir el precio del activo sin necesidad de poseerlo físicamente.

Los ETC permiten invertir de forma sencilla en materias primas, sin necesidad de almacenarlas ni operar en mercados especializados. Son útiles para diversificar y cubrirse frente a la inflación, pero también conllevan riesgos específicos, como la volatilidad del producto subyacente, el riesgo de emisor (al ser instrumentos de deuda) y costes de mantenimiento asociados al almacenamiento o uso de derivados.

El riesgo de emisor es la principal diferencia con los ETF, porque en caso de quiebra del emisor, los ETF están depositados aparte y no se ven afectados, pero los ETC se tratan como si fueran bonos (aunque, si están bien respaldados por el subyacente, el riesgo debería ser menor).

Pueden ser útiles para inversores que buscan diversificar su cartera con exposición a materias primas, ya sea como cobertura frente a la inflación o como apuesta táctica. Eso sí, conviene entender bien el producto subyacente y los riesgos asociados antes de invertir.

Los ETP que invierten en criptomonedas Aunque en otros países existen ETF respaldados físicamente por criptomonedas, en la Unión Europea —y por tanto en España— la regulación actual no permite lanzar ETF al sobre criptoactivos. Por eso, los productos disponibles en plataformas reguladas suelen estar estructurados como ETN o ETP, que replican el precio de activos como Bitcoin, Ethereum, o cestas de criptomonedas, pero sin estar estructurados como fondos de inversión.

Estos productos permiten a los inversores exponerse al mercado cripto, sin necesidad de custodiar directamente los activos digitales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, al tratarse de instrumentos de deuda, están sujetos al riesgo de crédito del emisor, además de la alta volatilidad propia del mercado de criptomonedas.

Invertir con criterio: más allá de las siglas ETF, ETC y ETN comparten una misma base: son productos cotizados que permiten invertir de forma sencilla en una amplia variedad de activos. Pero, aunque pertenecen a la misma familia, no son intercambiables.

Entender sus diferencias, en estructura, riesgos y funcionamiento, es clave para utilizarlos correctamente dentro de una cartera. Porque en inversión, como en casi todo, no se trata solo de tener acceso a muchas opciones, sino de saber cuál elegir y por qué.