La popularidad de los ETFs (Exchange traded funds) va en aumento. No sólo en EE. UU., sino en todo el mundo. En los últimos 10 años (de 2014 a 2024), el dinero gestionado en ETFs se ha multiplicado por 5: ha pasado de 2,7 billones de dólares a 14,7 billones de dólares (billones españoles, o sea, millón de millones). Y el número de ETFs comercializados ha pasado de 4.000 a más de 11.000.
Para muchos inversores están suponiendo una revolución en su forma de entender la inversión, porque combinan dos cosas muy apreciadas: se puede comprar y vender en cualquier momento, y sirven para invertir en una gran variedad de opciones (desde índices de acciones o de bonos con fecha de vencimiento específica, a sectores concretos, oro o criptomonedas).
Los ETFs de acumulación y de distribución
Un ETF es un fondo de inversión que cotiza en bolsa. Es decir, junta el dinero de muchos inversores para invertir en una variedad de productos, como los fondos de inversión, pero se puede comprar y vender en tiempo real, como las acciones.
Además, es común quelos ETFs tengan dos versiones: la de acumulación y la de distribución, según lo que hagan con los intereses y dividendos que pagan los bonos y las empresas en los que invierten.
Los ETFs de acumulación
Estos ETFs reinvierten los dividendos e intereses que recibe por sus inversiones. Es un dinero extra que se destina a comprar más de aquello en lo que invierte el ETF. El objetivo esque funcione el interés compuesto, que los frutos de la inversión generen a su vez más rentabilidad, haciendo crecer más rápido el precio de cada participación.
De esta forma, un ETF de acumulación que replica el Ibex 35 debería tener más de rentabilidad que el propio Ibex 35, porque subirá el precio de sus acciones, pero además recibirá y reinvertirá los dividendos. Por eso se suele comparar su evolución con la del índice que incluye dividendos (los que tienen el “apellido” “net total return”).
Puedes identificar estos ETFs porque incluyen en su nombre la abreviatura “Acc”, o “C”. Sin embargo, en muchas ocasiones no lo indican, porque se considera la opción por defecto.
Los ETFs de distribución
Son ETFs que reparten dividendos con cierta frecuencia a los inversores (cada mes, cada tres meses, cada seis…). Como ese dinero sale del ETF y no se reinvierte, el precio del ETF subirá menos que el de su equivalente de acumulación. Pero cumplen con una función muy relevante: satisfacer la necesidad de aquellos que quieren recibir un flujo de ingresos frecuente.
Pero hay que tener cuidado. La mayoría de los ETFs tienen versión de acumulación y versión de distribución. Eso significa que no todos los que reparten dividendos invierten seleccionando empresas que pagan altos dividendos. Por ejemplo, un ETF indexado al Nasdaq-100 a lo mejor ofrece menos de un 0,5% en rentabilidad por dividendo, porque está formado por empresas que reparten pocos dividendos.
Normalmente, los ETFs de que reparten dividendos incluyen en su nombre la abreviatura “Dist”, para que se sepa que distribuyen dinero a sus partícipes.
Las estrategias de inversión por dividendos
Según Standard & Poors, desde 1926 los dividendos suponen una tercera parte de la rentabilidad total de las acciones (los otros dos tercios se deben a la subida del precio).
Para aquellos que invierten porque quieren recibir unos ingresos extra, generar rentas a través de los dividendos, puede no ser suficiente con comprar cualquier ETF de distribución.
Los reyes y los aristócratas del dividendo
Los inversores que buscan tener unos ingresos estables consideran que las mejores empresas para invertir son aquellas que:
pagan dividendos cada año
y que los van aumentando poco a poco
Así que en seguida surgieron listas de este tipo de empresas, que tienen lo que podríamos llamar “dividendos sostenibles”. Se conoce como reyes del dividendo (dividend kings en inglés) a aquellas empresas que llevan 50 años o más pagando dividendos y aumentándolos año tras año. Los aristócratas del dividendo (dividend aristocrats) son empresas que llevan 25 años o más aumentando el dividendo que reparten a sus accionistas.
Tan conocidas son estas listas que hay incluso índices que los agrupan. S&P tiene una categoría de índices de aristócratas del dividendo -S&P 500 Dividend Aristocrats-, que incluye índices para distintas partes del mundo, y con distintos sesgos (por ejemplo, para incluir criterios ESG).
Por su naturaleza, son empresas menos volátiles que la media del mercado, con modelos de negocio que se consideran más seguros, porque han sobrevivido a muchas crisis, y que tienden a sufrir menos que el mercado en general en momentos de pánico.
Los que ofrecen alta rentabilidad por dividendo
Hay otro grupo de inversores que buscan recibir el máximo de dividendos posible. Para cubrir esa necesidad existen también ETFs que invierten en empresas que ofrecen alta rentabilidad por dividendo. Es decir, que el dividendo que pagan es relativamente alto en comparación con el precio de la acción. Y no importa tanto si llevan muchos años pagando dividendos de ese nivel o no.
¿A quién le pueden interesar los ETF de distribución?
El principal atractivo de los ETFs que reparten dividendos es ese: que ofrecen un ingreso extra con cierta frecuencia. Y cuando llega ese dinero a la cuenta genera la misma satisfacción que cuando recibes un dividendo de unas acciones, o los intereses de un depósito.
Eso puede encajar en distintas estrategias:
En momentos en que los tipos de interés oficiales son bajos, las personas que quieren recibir una renta con cierta frecuencia pueden considerar estas ETFs, o su versión menos común, como fondos de inversión. Recibir dividendos de empresas que llevan muchos años pagándolos sin fallar, puede ofrecer una garantía adicional.
En épocas de volatilidad en el mercado, las empresas que han sido capaces de seguir pagando, y aumentando, dividendos durante muchos años tienden a percibirse como algo más seguras. Esto es un concepto general, no significa que cada una de ellas sea segura: aquí también hay que aplicar la prudencia de la diversificación.
Para inversores que quieren recibir rentas frecuentes. El ejemplo más claro es el de aquellos que ya se han jubilado y prefieren recibir dividendos a ver como sus inversiones suben.
En cualquier caso, es importante tener en cuenta la fiscalidad: cada vez que un inversor recibe dividendos, tiene que pagar impuestos por ellos. Por eso la mayoría de los inversores que no necesitan recibir rentas de sus inversiones, prefieren los ETFs de acumulación. Pagarán impuestos, cuando vendan la ETF, por el total de los beneficios conseguidos, pero mientras tanto los dividendos e intereses se van reinvirtiendo y generando más beneficios.
¿Son mejores las empresas que pagan dividendos?
Esta pregunta se la hacen muchos inversores. Parece que es mucho mejor, si inviertes en acciones de empresas, que estas compañías paguen dividendo, y cuanto mayor sea, mejor. Pero hay que entender qué son los dividendos.
Pongamos que una empresa gana 1.000 millones de euros en un año. Su junta de accionistas tiene que decidir qué hace con esos beneficios: repartirlos a los accionistas o reinvertirlos en la empresa:
Si reparte el dinero a los accionistas, sale dinero de la cuenta de la empresa y, por lo tanto, la empresa pasa a valer menos. En teoría, el precio de cada acción debería bajar tanto como el dinero que pague la empresa de dividendo por acción. Para un accionista es como si vendiera un trocito de su inversión para recibir ese dinero.
Si reinvierte el dinero en la propia empresa, se supone que es una empresa que tiene opciones de utilizar ese dinero y obtener una buena rentabilidad con los proyectos que quiera acometer. Por lo tanto, la decisión de retener el dinero debería hacer que los beneficios futuros suban más.
Normalmente las empresas no eligen una opción u otra, sino una mezcla: reparten entre los accionistas una parte de los beneficios y utilizan la otra.