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El objetivo principal de cualquier empresa es obtener beneficios para, por un lado, tener un cierto remanente en caso de imprevistos o para financiar su actividad principal futura y, por otro, repartir una parte del mismo entre todos sus propietarios o accionistas.

Precisamente, la distribución de este beneficio entre los propietarios de la empresa es la principal razón para que los empresarios decidan constituir una sociedad. Al igual que la empresa, el principal objetivo de los accionistas es el de obtener su particular beneficio, que finalmente se materializa a través del llamado dividendo .

Los dividendos: la parte del beneficio que se divide entre los accionistas

Todas las empresas, cuando llegan al final del ejercicio, tienen que hacer balance del año desde el punto de vista de sus ingresos y sus gastos. En caso de obtener beneficio, tendrá que decidir si guarda la totalidad del mismo como remanente, lo reparte entre sus accionistas o bien deja una parte para ahorrarlo y el resto para distribuirlo.

Ya habíamos dicho que las acciones, como partes del pastel de las empresas , otorgan a su poseedor una serie de derechos sobre la empresa, como la posibilidad de votar en las Juntas de Accionistas o la posibilidad de recibir una parte de los beneficios de un determinado ejercicio . La representación de estos derechos económicos se conoce como dividendos .

Sin embargo, aun teniendo beneficios, una empresa no tendrá por qué repartir el dividendo si así no lo consideran la mayoría de sus accionistas. Legalmente, siempre tendrá que dejar una parte de su beneficio para aumentos de capital con el objetivo de mejorar su solvencia, pero no repartirán dividendos si así no se ha acordado previamente y siempre y cuando el beneficio de la entidad lo permita.

¿Cómo puedo participar en la distribución de los beneficios empresariales?

Una de las principales razones para invertir en Bolsa no es tanto ser uno de los muchos propietarios de una empresa y tener derecho de voto en las Juntas de Accionistas (que también), sino más bien obtener una rentabilidad superior a la que se obtiene al invertir nuestro capital en productos de renta fija, como por ejemplo, un depósito bancario o las Letras del Tesoro.

En las sociedades que cotizan en Bolsa (comúnmente llamadas cotizadas ), ser accionista de alguna de ellas o de varias es muy sencillo. Simplemente tendremos que acudir a una entidad financiera o a un Broker y solicitar la compra de la cantidad de acciones que se correspondan con el capital que queremos invertir. El número de acciones de las que seamos titular determinará el dividendo a percibir .

De hecho, en muchas ocasiones, la inversión de una parte de nuestros ahorros a largo plazo en acciones de una determinada compañía que, año tras año, obtenga beneficios supondrá, casi con toda seguridad, la obtención de dividendos , lo que hace atractiva las inversiones en estas empresas.

Rentabilidad y consideraciones adicionales de los dividendos

La rentabilidad que ofrecen los dividendos dependen de muchos factores, como el beneficio de la compañía y las perspectivas futuras del sector en el que opera o de la propia empresa en sí. Cuanto mayor sea la incertidumbre asociada a la compañía, menor será el dividendo a pagar y mayor la cuantía que se guardará para el futuro, independientemente de cuál haya sido el beneficio del ejercicio actual.

Si, por ejemplo, poseemos 1.000 acciones de la empresa X, la cual acuerda, después de un año muy positivo en la que se han obtenido beneficios cuantiosos, aprobar un dividendo de 0,15 euros por acción. En este caso, recibiremos un dividendo total de 150 euros .

El período en el que se reparten los dividendos también depende de muchos factores. Hay empresas que reparten dividendos una vez al año, otras semestralmente e incluso hay alguna empresa que reparte dividendos trimestralmente. Todo depende de cómo estén redactados sus estatutos y de la decisión de la mayoría de sus accionistas en junta general.

Para recibir los dividendos, no es necesario haber adquirido las acciones en una fecha concreta. Con comprarlas un día antes, ya tendremos derecho al dividendo . Por eso, en muchas ocasiones, existen inversiones que piensan que comprando un día antes y vendiendo un día después obtendrán una gran rentabilidad. Sin embargo, el mercado suele descontar en el precio de las acciones el efecto de la distribución del dividendo y, por tanto, esta forma de actuar no aporta ninguna rentabilidad adicional.

Además, si tenemos en cuenta la rentabilidad financiero fiscal (es decir, la rentabilidad que nos proporciona el producto de inversión una vez descontado los impuestos a pagar), esta forma de actuar puede no salirnos muy rentable, ya que habrá que tributar por los dividendos si se han adquirido con menos de dos meses de antelación . De cualquier otra forma, los primeros 1.500 euros recibidos en concepto de dividendos están exentos de tributación.

En conclusión, los dividendos son una de las principales razones por las que los inversores deciden invertir en una u otra empresa. De hecho, muchos analistas e inversores se fijan en el calendario de dividendos para tratar de anticipar la evolución futura del precio de las acciones de las empresas. Es uno de los principales factores que influyen en su precio y, por tanto, se toma como una de las principales variables utilizadas para decidir si comprar acciones o no. Por tanto, ser accionistas de una empresa cotizada supone participar de los dividendos de la misma , si es que los hay.

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