¿Qué es la inflación? ¿Cómo afecta tus inversiones?
La inflación es el aumento de los precios de bienes y servicios. Normalmente, cuando se habla de inflación nos referimos a la que afecta a las familias y a los consumidores individuales, y no, por ejemplo, la que afecta a las empresas. El indicador más común para medirla es el IPC (Índice de precios al consumo. Los grupos más importantes dentro de esa cesta son alimentos, vivienda, transporte y restaurantes. Juntos, suponen más del 60 % del gasto de una familia media. ¿Cómo se diseña la cesta? Esta cesta se cambia cada varios años, para reflejar los cambios en los hábitos de consumo de los españoles. Por ejemplo, en una de las últimas revisiones se eliminaron productos como el brandy y los DVDs, y se incluyeron otros como los servicios de streaming de música (del tipo Spotify) y las cápsulas de café monodosis. Además, en 2020 se revisaron los pesos para ajustarlos al impacto de la pandemia, reduciendo, por ejemplo, el peso de los restaurantes en la cesta. El IPC es una generalización, y como toda generalización, es una medida imperfecta. Cada familia tiene su cesta de consumo particular. Por ejemplo, muchas familias en España tienen su casa pagada, con lo que no le afectan la subida de alquileres o hipotecas.
¿Qué impacto tiene la inflación en nuestras inversiones? El primer impacto, y el más obvio, es que la inflación reduce la “rentabilidad real” de mi inversión, es decir, la rentabilidad una vez descontada la subida de precios. Cuando la inflación sube, nuestra rentabilidad real cae. Si mis inversiones generan un 3 %, y la inflación ha sido del 2 %, mi rentabilidad real es de—aproximadamente—el 1 %. Es decir, he ganado un 3 % con mi inversión, pero sólo podría comprar un 1 % más de bienes y servicios que hace un año—mi rentabilidad real—ya que los precios también han subido. Si la inflación hubiera sido del 3 %, no habría ganado ningún poder adquisitivo, mi rentabilidad real habría sido del 0 %. Cuando la rentabilidad nominal de la inversión (la que no tiene en cuenta la inflación) es cero, la inflación se convierte en pérdida de poder adquisitivo pura. Si la inflación sube un 2 % y mis ahorros no producen nada, equivale a perder un 2% de lo que tengo ahorrado. Puedo comprar un 2 % menos de bienes y servicios comparado con un año antes. Este es el caso para la mayoría de los españoles que tienen la mayor parte de su ahorro—excluyendo inmuebles—en cuentas corrientes y de ahorro. En total cerca de un billón de euros que generan un 0% cada año. Para estos ahorradores, incluso teniendo en cuenta la remuneración que han recibido en sus cuentas bancarias, su dinero ha perdido un -9.7 % de su poder de compra en la última década debido a la inflación. En los próximos 5 años, teniendo en cuenta las expectativas de subidas de precios, ese dinero aparcado en los bancos perderá un 6.8% adicional de su poder de compra.
Pulsa aquí para una versión accesible a la gráfica En el gráfico se ve la evolución desde 2010 del poder adquisitivo de 10.000 euros en un depósito a la vista. Se muestra cómo el valor de los 10.000 euros iniciales decreció hasta los 9341 euros entre 2010 y 2013. Desde 2013 y hasta 2016 hubo algo de deflación, pasando el valor del dinero de los 9341 euros a los 9406 euros. En el período entre 2016 y 2020, la inflación volvió a disminuir el valor de ese dinero hasta los 9028 euros. En total, entre 2010 y 2020, el valor de 10.000 euros se redujo un 9,7 %. Además, si se cumplieran las perspectivas de inflación hasta 2025, el valor de ese dinero seguiría decreciendo y acumularía otro 6,8 % de bajada, para llegar hasta 8414 euros al final del período.
¿Y si invierto en renta fija también puedo perder dinero? Un segundo impacto, más específico, se produce en las inversiones en renta fija. Aquí hay dos posibilidades. La primera es si el inversor tiene un bono que planea mantener hasta que llegue a vencimiento. En ese caso, la inflación solo le afecta en la manera descrita antes: cae la rentabilidad real. Por ejemplo, imaginemos un inversor que compra un bono del gobierno español a 10 años en enero de 2019. Habría invertido 1000 euros, y estaría obteniendo cada año un 1.2 % de intereses aproximadamente, es decir, 12 euros. Ese año, la inflación fue del 0.7 %. Su rentabilidad real es del 0.5 %, el resultado de restarle la inflación (0.7 %) a la rentabilidad nominal (1.2 %). Es decir, habría ganado, en términos de poder adquisitivo, 5 euros: los 12 nominales menos los 7 que se come la inflación. Si en 2021 la inflación sube al 2 %, como está previsto, la rentabilidad real será -0.8 %: el 1.2 % nominal que obtiene cada año, menos la inflación del 2 %. Es decir, perderá 8 euros de poder adquisitivo. Al final de los 10 años recupera sus 1000 euros y eso es todo. La segunda opción es diferente y afecta a aquellos que invierten en un fondo de renta fija. Esos fondos compran y venden bonos continuamente en el mercado, no esperan a que llegue el final de su vida. Por lo tanto, tienen que poner un precio a ese bono cada día. En cuanto sube la inflación saben que su rentabilidad real es menor (porque reciben los mismos intereses que antes, 12 euros al año, pero pueden comprar menos cosas con esos 12 euros al año) y esto hace que otros inversores estén menos interesados en ese bono, es decir, van a pagar menos por él, haciendo que su precio caiga. Así que el inversor verá como el valor de su inversión en ese fondo de renta fija cae.
¿Cómo afecta a las inversiones en bolsa? Las personas que invierten en bolsa o en fondos de renta variable sufren los efectos de otra manera. Una empresa que se enfrenta a costes más caros por la inflación puede subir el precio de los productos que vende, y con eso hacer que el beneficio se mantenga, con lo que el precio de la acción no tiene por qué caer. El mismo proceso suele ocurrir con la inversión en materias primas. En resumen, la inflación reduce el poder de compra de nuestros ahorros y la rentabilidad real de todas las inversiones, y además reduce el valor de los bonos que se negocian en el mercado. Por eso los bonos, que sufren un doble impacto negativo, son los que salen peor parados con la inflación. Una razón más para diversificar la cartera.
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