“Llega el euro y será una moneda estable” Helmut Kohl (canciller de Alemania y uno de los impulsores de la UE y del euro)
El 1 de enero de 2002 empezó a circular físicamente el euro. Esos días muchos de nosotros estrenábamos monedas relucientes y se multiplicaban las calculadoras que nos decían cuánto costaban las cosas en pesetas. El euro venía para dar estabilidad (evitando por ejemplo las devaluaciones de la peseta de los años 90) y para unir más a Europa (un banco central común, una misma política monetaria).
La idea de tener una moneda común en Europa venía de mucho tiempo atrás, pero el acuerdo final fue en Madrid, en diciembre de 1995, donde se concretó el nombre, “euro”, y se fijó su entrada en circulación: 1999 para los mercados financieros y 2002 para los billetes y monedas en circulación.
Veinte años después, estamos más que acostumbrados al euro. La mayoría no necesita cambiar los precios a pesetas, entre otras cosas porque ese cambio ya no significa nada.
Si volviéramos atrás en el tiempo, ¿qué habría sido mejor hacer con los primeros euros que ahorramos en el año 2002? En aquella época, el salario medio en España, después de impuestos, ascendía a 1008 € al mes (en 14 pagas), casi 170.000 pesetas. Si alguien nos hubiera ofrecido 1000 € (una paga extra) y nos hubiera dado a elegir qué hacer con ellos durante los próximos 20 años… ¿cuál habría sido la mejor opción?
La opción más sencilla: guardar el dinero en casa o en una cuenta del banco
Quizá la primera opción fuera gastar el dinero comprándonos algo: una televisión, un ordenador… que seguramente hoy estarían algo desactualizados. Pero si nos preocupábamos por nuestra economía familiar, es más probable que decidiéramos ahorrar ese dinero.
Las monedas y billetes recién estrenados eran bonitos así que la primera opción era guardarlos en casa. En este caso seguiríamos teniendo los mismos 1000 €, pero habrían perdido valor por la inflación: podríamos comprar el equivalente a 694 euros de la época (la inflación acumulada desde el año 2002 es del 44 %).
También podríamos haberlo dejado en un depósito en el banco, en aquella época los tipos de interés estaban más altos que ahora y la remuneración en las cuentas era atractiva. En ese caso, hoy tendríamos 1364 €, que sería equivalente a 946 € de la época (descontando la inflación). Algo mejor que si hubiéramos tenido el dinero en un cajón, pero todavía habríamos perdido poder adquisitivo.
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El valor de cien euros en 2002 va disminuyendo a lo largo del tiempo y equivalen a sesenta y nueve euros en 2022
Invertir el dinero… en España, en Europa o en EE. UU.
Aquellos que sabían que la inflación ponía en riesgo su patrimonio probablemente habrían optado por invertir el dinero. Ante las múltiples opciones para invertir en empresas, una opción fácil habría sido buscar fondos que invirtieran en distintas zonas (en aquella época los ETFs - fondos de inversión que cotizan, que suelen invertir en índices enteros, y que se pueden comprar y vender como si fueran acciones – apenas se utilizaban en España).
En el año 2002 acababa de explotar la burbuja de las tecnológicas y las bolsas habían bajado con fuerza. Aun así, la evolución de las distintas bolsas mundiales ha sido muy diferente desde entonces.
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Mil euros invertidos en 2002 en el IBEX 35 de España equivalen a tres mil doscientos cuarenta y nueve euros en 2022.
Mil euros invertidos en 2002 en el STOXX 600 de Europa equivalen a cuatro mil quinientos dieciocho euros en 2022.
Mil euros invertidos en 2002 en el S&P 500 de Estados Unidos equivalen a siete mil trescientos ocho euros en 2022.
Las apuestas imposibles
Por último, otra opción habría sido arriesgarse más y poner los 1000 € en acciones de una empresa concreta. Si hoy volviéramos al pasado no habría dudas de dónde deberíamos haber invertido nuestro dinero, pero en aquel momento no estaba claro: después de la caída de las empresas tecnológicas, lo más probable es que hubiésemos optado por una empresa tradicional, que nos diera seguridad. En cualquier caso, la empresa que eligiéramos podría haber hecho cualquier cosa: hay empresas que eran boyantes en aquella época y que hoy ya no existen, mientras que otras apenas eran conocidas (o no existían todavía) y hoy están entre las mayores empresas del mundo.
Son apuestas muy difíciles de ganar y, sin embargo, lo intentamos con frecuencia, porque vemos los precios de algunas acciones subir y no queremos perdernos esa oportunidad para ganar dinero.
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Mil euros invertidos en 2002 en Apple equivalen a seiscientos noventa y tres mil novecientos cuatro euros en 2022.
Mil euros invertidos en 2002 en Tesla equivalen a ciento ochenta y cinco mil once euros en 2022.
Mil euros invertidos en 2002 en Netflix equivalen a ciento cincuenta y cuatro mil doscientos diecinueve euros en 2022.
¿Qué podemos aprender?
Mirando hacia atrás es muy fácil detectar la mejor inversión para esos primeros euros. Sin embargo, en cualquier momento dado, es muy difícil hacer predicciones correctas sobre qué tal le irá a una determinada empresa en los próximos 10 o 20 años.
Para aquellos que se sienten más atraídos por el riesgo, puede tener sentido dedicar una parte de su patrimonio a comprar directamente acciones de empresas. Ofrecen la oportunidad de multiplicar el dinero si la apuesta es correcta. Pero el riesgo de perder gran parte o todo el capital es también elevado al elegir una empresa concreta.
Para los que prefieren una rentabilidad más moderada, invertir en grandes índices suele ser una decisión más acertada. Hoy no tenemos las limitaciones que había en 2002: podemos invertir en todo el mundo, diversificando todo lo posible, de forma sencilla y sin necesidad de tener grandes cantidades de dinero.
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