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Estas son las principales diferencias entre un fondo indexado y un ETF
Cada vez son más los inversores particulares que se acercan al mundo de la gestión pasiva. Su filosofía es más fácil de entender y sus carteras más fáciles de crear y mantener. Además, el hecho de que exista un gestor que trate de batir al mercado detrás de un fondo no siempre es sinónimo de éxito.

Uno de los errores más repetidos por quienes empiezan su camino en el mundo de la gestión pasiva es confundir fondos indexados y ETFs. Ambos se pueden usar para replicar índices, pero tienen características que los hacen bien diferentes. Son como las dos caras de una misma moneda: parecidos pero distintos.
Qué es un fondo indexado Los fondos indexados buscan replicar de la forma más fiel posible el comportamiento de un índice bursátil, generalmente a través de dos técnicas distintas: la réplica física, a través de la cual se compran los valores del índice, manteniendo la misma proporción; y la réplica sintética, realizada a través de derivados financieros, que es la más habitual.

En cualquiera de los dos casos, si el índice sube, el fondo indexado también lo haría, igual que con las caídas. Esta réplica la hacen comprando y vendiendo las acciones que componen el fondo para que su distribución sea lo más idéntica posible a la del índice de referencia.

A modo de ejemplo, cuando hay un cambio en el IBEX porque salen dos empresas y entran otras nuevas, un fondo indexado sobre este índice también hará los cambios necesarios en la composición de su cartera para mantener su estructura idéntica. Esta será prácticamente la única tarea del equipo gestor, y por eso se llama gestión pasiva, porque no utiliza estrategias adicionales que requieren más movimientos para intentar superar al índice o al mercado.

Esta menor implicación del equipo gestor se traduce en comisiones de gestión más bajas que las de un fondo de gestión activa. Si su labor no va hacerte ganar más que el mercado, lo lógico es que cobren menos.

A partir de ahí, su funcionamiento es el mismo que el de cualquier otro fondo de inversión incluida su fiscalidad. Un fondo indexado cuenta con las mismas ventajas fiscales que un fondo al uso en cuanto a exención por traspaso.
Qué es un ETF Los ETF responden a las siglas de Exchange Trade Funds, que se ha traducido al castellano como fondo cotizado. Su objetivo también es replicar un índice pero su forma de operar y de hacerlo es diferente. Y es que los ETF operan como acciones y no como fondos.

Un ETF se negocia en la bolsa y puede comprarse y venderse en cualquier momento, al igual que una acción. A diferencia de un fondo indexado, no hay que esperar al cierre del día para comprar y vender participaciones.

Al igual que en el caso de los fondos indexados, los ETF también pueden utilizar la réplica física o sintética para reproducir los movimientos de los índices de referencia.

Además, los ETF también se caracterizan por unas comisiones mínimas de gestión, aunque sí se aplicarán comisiones y gastos adicionales al comprar y vender, como ocurre con las acciones.
Diferencias entre fondos indexados y ETFs Una de las características comunes de fondos indexados y ETFs es que el papel del equipo gestor es limitado y por lo tanto también las comisiones de gestión. No obstante, las que cargan los ETF son mucho menores.

En esta misma línea, un fondo indexado puede llegar a cargar comisiones de suscripción, algo que un ETF no hace al cotizar como una acción. Por el contrario, el bróker cobrará una comisión cada vez que compres o vendas un ETF.
La diferencia de fiscalidad Otro de los puntos de desencuentro es la fiscalidad. Un fondo indexado tributa con un fondo de inversión. Si traspasas el dinero a otro fondo no tendrás que tributar en la renta. Es decir, si en lugar de reembolsar tus participaciones (venderlas) las traspasas a otro fondo evitas pagar entre un 19% y un 23% al hacer el IRPF. Esto permite aprovechar el interés compuesto y que tu inversión crezca más deprisa.

La fiscalidad de los ETF es diferente e incluso algo más confusa, ya que diferencia entre ETFs españoles y extranjeros. Los ETFs españoles tributan como acciones. Esto implica que no hay exención por traspaso o reinversión y cada vez que vendas tendrás que pasar por la caja de Hacienda para pagar entre un 19% y un 23% del beneficio.

Con los ETF extranjeros no ocurre lo mismo. Una consulta vinculante de la Dirección General de Tributos ( consulta V4596 ) resolvió que al tratarse de fondos debían tributar bajo la fiscalidad de los fondos y no de las acciones. Eso sí, muchos brokers todavía no han aplicado este cambio a su forma de trabajar con ETFs extranjeros.
La oferta de fondos es más limitada Más allá de las cuestiones financieras, los fondos indexados son más accesibles pero con una oferta más limitada. La gama de ETFs es mucho más amplia y puede englobar sectores enteros, materias primas concretas, la economía de un país, de una región e incluso la tendencia de la economía mundial. En tiempo real o al finalizar cada sesión, ¿cuándo podemos conocer cada valor? Además, al operar como un activo de bolsa, con un ETF puedes conocer su valor en cualquier momento, no solo al cierre de la sesión, cuando normalmente se calcula el valor liquidativo de los fondos de inversión. ¿Cuál es mejor para mí? La realidad es que ETFs y fondos indexados son totalmente complementarios. Invertir en uno no excluye la inversión en otro, especialmente si tenemos en cuenta que los ETFs llegarán donde no lo haga un fondo de inversión. Así conseguirás diversificar más tu cartera de inversión.

A partir de ahí, los fondos indexados son más accesibles, fáciles de localizar y también de invertir en ellos. Además, al tratarse de fondos podrás traspasar el dinero sin pagar impuestos a otro fondo, sea o no indexado. Y en este punto sí que no existe color entre la variedad de fondos en el mercado y la de ETFs, empezando porque podrás elegir más modelos de gestión, con estrategias activas o pasivas.
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