Claves para entender qué es un fondo de inversión y su funcionamiento
Para los que se inician en el mundo de la inversión, entender qué es un fondo de inversión es el primer paso para empezar de la forma más fácil: no hay que tomar grandes decisiones, se puede empezar a invertir con muy poco dinero, y el seguimiento es relativamente fácil.

Sus características, además, los hacen ideales para diversificar: invierten, de forma natural, en muchas cosas distintas (acciones de empresas, bonos, oro, divisas…), pero además se pueden combinar y conseguir aumentar nuestra capacidad de inversión en cosas poco accesibles directamente.

¿Qué es un fondo de inversión? Un fondo de inversión es una institución de inversión colectiva (IIC), en la que muchas personas (a las que se denominan partícipes) juntan su dinero (mediante transferencias de dinero que se llaman aportaciones) para que un gestor lo invierta y obtenga rentabilidad, reduciendo el riesgo y la complejidad de invertirlo cada uno por su cuenta. A cambio, los partícipes reciben participaciones, que son los trocitos del fondo que le corresponden a cada inversor (como sucede en una empresa con las acciones).

Podríamos decir que es una forma de que inviertan el dinero por ti. Cada fondo de inversión sigue una estrategia concreta, que establece en qué puede invertir y con qué límites (renta fija, renta variable, materias primas, zonas geográficas…). Con esos límites, el gestor del fondo es el que elige en qué empresas, bonos y sectores invierte. Las ganancias (o pérdidas) que consiga el gestor al invertir el dinero se ven reflejadas en el valor liquidativo de la participación (VLP), que es el precio que cuesta cada participación en el fondo.

Muchos inversores eligen invertir en fondos de inversión para ahorrarse el esfuerzo de diseñar un plan de inversión detallado al que hacer seguimiento.

¿Cómo funciona un fondo de inversión? Cuando un inversor mete dinero en un fondo de inversión, lo que hace en realidad es una transferencia de dinero. Ese dinero lo recibe la gestora del fondo y pasa a formar parte del dinero que el fondo puede invertir. El inversor pasa a tener un número de participaciones, más o menos en función del precio (VLP) al que esté el fondo. Por ejemplo, si invierte 5.000 euros en un fondo, y el VLP está a 125 euros, recibirá 40 participaciones.

Con el paso del tiempo, el fondo conseguirá que ese dinero invertido crezca, o quizá no lo haga bien y pierda parte del dinero en sus inversiones; en ambos casos se verá reflejado en el precio de las participaciones, que subirá o bajará en proporción.
Las comisiones Una de las cosas importantes a entender de los fondos de inversión son las comisiones que cobran. El motivo es que las comisiones se restan cada día (proporcionalmente) del conjunto de dinero invertido, por lo que afectan al valor liquidativo, pero apenas se perciben. El informe semestral especifica qué porcentaje han supuesto las comisiones en cada periodo. Los impuestos Los fondos tienen una ventaja fiscal, que consiste en que podemos mover nuestra inversión de un fondo a otro (utilizando los traspasos) sin tener que pagar impuestos en cada movimiento. Sólo hay que pagar impuestos en el momento de la venta. ¿Cómo saber qué tal va mi fondo de inversión? Para saber la evolución del fondo en el día a día es tan fácil como meterse en la web del banco o de la gestora para ver el valor liquidativo (también conocido como VLP, valor liquidativo de la participación).

Además, cada seis meses las gestoras de fondos tienen obligación de preparar un informe semestral para cada fondo, en el que analizan la evolución reciente de las inversiones y se desglosan la rentabilidad y las comisiones. También puedes encontrarlo en la web de tu banco o gestora.

Tipos de fondos de inversión Hay muchos tipos de fondos, para cubrir las necesidades de todos los inversores posibles. Una lista inicial, según aquello en lo que invierte podría incluir: Fondos de renta fija: invierten en bonos, letras, obligaciones… o sea compran trocitos de la deuda de países y empresas. Fondos de renta variable: invierten en acciones de empresas. Se llama renta variable porque la “renta” que se recibe depende del dividendo que den las empresas en las que está invertido el fondo y de lo que suba su precio. Fondos mixtos: estos fondos de inversión mezclan la renta fija y variable en distintas proporciones. Aquí estaría uno de los clásicos del mundo de la inversión, la combinación 60% en acciones y 40% en renta fija. También se puede hacer una lista en función de su forma de gestión: Fondos de gestión activa: son aquellos en los que un gestor toma decisiones de dónde debe invertir el dinero y lo mueve de una inversión a otra con relativa frecuencia. Por ese motivo suelen cobrar comisiones más altas. Fondos de gestión pasiva: el gestor no toma más decisiones que la inicial, invierte en una serie de productos y mantiene la inversión en el tiempo. La mayoría son fondos de inversión indexados, es decir, invierten en todas las acciones o bonos de un índice de referencia, y así la rentabilidad del fondo es igual que la del índice (menos las comisiones). Otra forma de distinguirlos es si reparten o no dividendos: Fondos de reparto: utilizan los dividendos e intereses que van cobrando con las inversiones para pagar a su vez a los partícipes. Fondos de acumulación: los intereses y dividendos se reinvierten automáticamente para seguir generando más rentabilidad. Además, hay que mencionar los fondos cotizados, también conocidos como ETF (por las siglas en inglés: exchange-traded fund), que se gestionan como un fondo, pero se pueden comprar y vender en la bolsa como si fueran acciones.
¿Cómo empezar a invertir en fondos de inversión? Empezar a invertir en fondos es tan fácil como decidir el fondo de inversión que más nos convence y meter una cantidad inicial de dinero (hacer una suscripción). Hay que comprobar si existe un mínimo de inversión, pero la mayoría de los fondos no lo tiene y, si lo tiene, es relativamente bajo.

Para los que no son capaces de decidirse por un fondo, se suele recomendar que busquen uno de gestión pasiva, con bajas comisiones, y según el perfil del inversor, que replique al índice mundial (MSCI World o MSCI ACWI), o al estadounidense (el S&P 500, por lo relevantes que son sus empresas en todo el mundo), o a algún índice de bonos mundial (como el Bloomberg Global Aggregate). De esta forma garantizan que están muy diversificados y que su rentabilidad no se desviará en exceso de la de los principales índices mundiales.
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