El año nuevo ha empezado con cierto optimismo para la economía mundial. El mercado espera que la economía se desacelere durante la primera mitad de año, y que en la segunda mitad empiecen a bajar los tipos de interés y la economía empiece a remontar.
Los analistas creen que este año será bueno para las empresas relacionadas con la salud (que el año pasado fueron penalizadas y es un sector defensivo clásico), las empresas financieras (los tipos de interés elevados deberían reforzar sus resultados), las de suministros (utilities, también penalizada el año pasado, pero que se podría beneficiar de mucha inversión a través de subvenciones para la transición a energías verdes) y las de consumo básico (también es sector defensivo, porque seguimos comprando comida y pasta de dientes, por ejemplo, aunque la economía empeore).
Sectores como el industrial, la energía, el de materiales o el de consumo discrecional (el de cosas que no son básicas para vivir, como televisiones, coches o ropa) dependen mucho de cómo evolucione la economía. Si finalmente la economía mundial se ralentiza en exceso (escenario que pocos analistas contemplan), estos sectores sufrirían más que el resto. Sin embargo, si los tipos empiezan a bajar según lo previsto por el mercado, la economía mejoraría y daría fuerza a estos sectores. Quizá la excepción sean las empresas petrolíferas, porque los riesgos geopolíticos hacen probable que el precio del petróleo suba en cualquier escenario (o al menos se mantenga estable).
El sector tecnológico y el de comunicaciones son favoritos para muchos. El año pasado subieron con fuerza ante las expectativas que generó la inteligencia artificial, pero no es fácil cuantificar el potencial de la IA en los beneficios de las empresas. En cualquier caso, el sector tecnológico sigue siendo para muchos la referencia de crecimiento, y es probable que siga atrayendo a los inversores durante este año.
Uno de los sectores en los que es mayor la divergencia de perspectivas es el de las empresas inmobiliarias. Si las perspectivas de tipos de interés se cumplen, es probable que empiecen a ver cómo aumenta su actividad. Las bajadas de tipos deberían favorecer la financiación de nuevos proyectos de construcción, no sólo casas, sino datacenters (los lugares donde almacenan datos las grandes tecnológicas), centros comerciales, casas prefabricadas… Al mismo tiempo, el trabajo remoto ha convertido en innecesarios muchos bloques de oficinas, que han dejado de generar ingresos de alquiler, pero que podrían encontrar otro uso si la economía mejora.
Pero, como suele ser habitual, no hay unanimidad. Igual que en 2023 las predicciones fallaron estrepitosamente, este año podrían volver a hacerlo. Entonces, ¿por qué es importante entender las previsiones? Porque el mercado se mueve según las noticias cambian las expectativas iniciales. Por ejemplo, si la inflación se mantiene en el entorno del 3 % o 4 %, es muy probable que las bajadas de tipos se retrasen, y el mercado pasaría otro año pendiente de los datos de inflación y de las nuevas predicciones sobre bajadas de tipos, en vez de beneficiarse las bajadas de tipos.
En conclusión, la situación macroeconómica no es mala y el mercado duda de si la economía de los distintos países entrará en recesión o no. Esta situación, unida al mayor riesgo geopolítico (Ucrania, Israel, China, elecciones en EE. UU.…) hace que las perspectivas para las bolsas sean tirando a prudentes (o sea, cercanas, en media, a crecimiento cero).
Previsiones para la bolsa en Europa
Acaba de terminar un año extraordinario para la bolsa europea, con una subida cercana al 20 % del Eurostoxx 50. Esta subida se debe en gran parte a las empresas tecnológicas (especialmente las que se beneficiarían de lo que supone la inteligencia artificial) y de consumo.
Algunos analistas defienden que debería seguir subiendo, por encima de EE. UU., para reducir la diferencia de rentabilidad que han tenido en la última década. Sin embargo, este argumento está muy lejos de los inversores, que ven la diferencia en el número de empresas punteras entre EE. UU. Y Europa.
En concreto, estas son las previsiones para el Eurostoxx 50 de algunas de las principales casas de análisis:
JP Morgan: 4.250 (-6 % respecto al cierre de 2023)
BNP Paribas: 4.300 (-5 %)
Deutsche Bank: 4.850 (+7 %)
ING: 4.600 (+2 %)
Société Générale: 4.300 (-5 %)
Citigroup: 4.900 (+8 %)
La media de las previsiones de los analistas es de 4.565 (una subida un 1,0 % respecto al cierre de 2023) y la mediana de 4.631 (+2,4 %).
Previsiones para la bolsa en España
Dentro de Europa, España merece una mención especial. El año pasado el Ibex 35 subió un 23 %, en gran parte gracias a Inditex y los grandes bancos. Sin embargo, el Ibex 35 sigue lejos del nivel previo a la crisis de 2008, y esa distancia hace que con frecuencia las previsiones sean optimistas. Para este año, Bankinter estima acabar en 11.317 puntos (+12 % respecto a 2023), y Renta 4 calcula terminar en 11.860 puntos (+17 %).
Previsiones de la bolsa en EE. UU.
En Estados Unidos también han vivido un año extraordinariamente bueno para la bolsa. Tan bueno que se han quedado a apenas 13 puntos (un 0,3 %) de su máximo histórico, alcanzado en enero del 2022.
Gran parte del empujón ha venido por las expectativas generadas entorno a la inteligencia artificial, pero también ha influido mucho el buen estado general de su economía, a pesar de las fuertes y rápidas subidas de tipos de interés. Esto ha hecho que muchos crean que no pasarán por una recesión antes de que vuelvan a bajar los tipos.
Estas son las previsiones para el S&P 500 de algunas de las principales casas de análisis:
JP Morgan: 4.200 (-12 %)
Morgan Stanley: 4.500 (-6 %)
Bank of America: 5.000 (+5 %)
Goldman Sachs: 5.100 (+7 %)
Citigroup: 5.100 (+7 %)
La media de las previsiones es de 4.867 puntos (una subida de un 2,0 % respecto al cierre de año), mientras que la mediana es de 4.950 puntos (+3,8 %).
Previsiones para la renta fija mundial
2024 es el año en que se espera que empiecen a bajar los tipos de interés. La mayor parte de analistas creen que, tanto en Europa como en EE. UU., las bajadas empezarán en abril, aunque cada vez se oyen más predicciones de que podría retrasarse hasta julio o incluso hasta después del verano.
Las bajadas de tipos de interés son buenas para los bonos que ya están en el mercado, porque el interés que pagan es mayor, en comparación, que los bonos que se van a emitir. Eso hace que suba su precio en el mercado, beneficiando a quienes los tienen entre sus inversiones.
Sin embargo, la clave no es tanto lo que pasa, sino cuánto se ajusta a las expectativas del mercado. Los grandes movimientos de la renta fija suceden cuando los bancos centrales suben o bajan tipos sin que lo espere el mercado. Y, si la inflación no sigue reduciéndose (o incluso repunta) y la economía no se resiente demasiado, es posible que los tipos tarden más de lo previsto en bajar.
La conclusión es que muchos analistas dicen que este es el año de la renta fija. No sabemos si será así, pero desde luego, pinta mucho mejor que cualquiera de los últimos 5 años.