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¿Qué son los fondos sostenibles y cómo medir su impacto real?
En los últimos años las propuestas sostenibles se multiplican a nuestro alrededor. Desde la compra en el supermercado a la elección de dónde invertir pasan por tomar la decisión de si queremos tener en cuenta criterios de sostenibilidad al ejecutar la compra. Sin embargo, algo que debería ser fácil de entender para poder tomar una decisión, con frecuencia se convierte en un problema difícil de resolver, por el miedo a “que nos la cuelen” o por la cantidad de opciones disponibles, que no están claramente diferenciadas. Según el diccionario de María Moliner, sostenible es aquello “susceptible de ser sostenido o mantenido”, y “se aplica sobre todo al desarrollo económico o a la evolución de una sociedad compatible con los recursos de que dispone”. Pero no es fácil determinar los datos que nos indican fehacientemente que una actividad es sostenible, entre otras cosas porque pueden ser diferentes según el tipo de actividad que analicemos en una empresa, o según la industria que se analice, o la región en la que operen las empresas. Con frecuencia se recurre a las emisiones de CO2, porque son más sencillas de medir o estimar, y porque es un dato más presente en las noticias, pero no debería ser lo único a medir.
“¿Qué implica que un fondo sea sostenible?
Dentro del mundo de los fondos no es diferente. Partiendo de la base de que una inversión en fondos está destinada a ganar algo de dinero (y por lo tanto tiene que buscar empresas que vayan a aportar rentabilidad al fondo), cada uno deberá seleccionar aquella forma de invertir con la que se sienta más cómodo. Porque hay muchos fondos que buscan ser sostenibles, pero no hay una forma única de llegar a ello: 1. Dentro del mundo de la gestión de fondos siempre ha habido gestores que han decidido no invertir en algunas empresas por considerar que sus negocios son algo perjudicial para la sociedad, o porque tienen mayores riesgos de cualquier tipo. Es lo que se conoce como criterio de exclusión: no invertir en empresas que obtienen beneficios de actividades que no consideran éticas (producción de armas, drogas, tabaco, pornografía…), o cuya actividad puede generarles multas millonarias (por malas condiciones de los empleados, manipulación poco cuidadosa de productos peligrosos…), o que tienen una forma de gestión poco ortodoxa. En este caso el que gestiona el fondo decide qué excluir y qué no, en función del objetivo que tenga.


2. También hay gestores que analizan los datos proporcionados por las empresas y los indicadores de riesgo ESG, para elegir en qué empresas invertir:

Por un lado, están los que eligen las que tienen mejores puntuaciones (y, por lo tanto, menor riesgo ESG). En general, mostrarán en sus informes las métricas ESG del fondo y del índice comparable, para que quede clara su mejor puntuación en conceptos como la emisión de CO2, la cantidad de agua utilizada en el proceso de producción, o la diferencia en la remuneración entre sus directivos y la del resto de trabajadores. Por otro, los que buscan aquellas que tienen peores puntuaciones, en las que ven opciones de mejora. Es su ocasión para beneficiarse de una mejora en la puntuación ESG de las empresas, que podría llevar a una subida del precio si el mercado reconoce esa mejor puntuación como una oportunidad para conseguir mayores beneficios.
3. Otros gestores buscan tener una implicación activa en las empresas que invierten, intentando influir en las decisiones de gestión, para que cambien su forma de hacer las cosas. Por ejemplo, un gestor que identifica una empresa energética que cree que es una buena inversión, pero cree que debería cambiar parte de su actividad de extracción y refinamiento de petróleo por la construcción de plantas fotovoltaicas para aprovechar la energía solar. Si este es el caso, el gestor del fondo se lo explicará a los inversores, para que entiendan por qué invierte en empresas que, a priori, podrían no ser consideradas inversión sostenible. 4. Finalmente, la inversión de impacto busca multiplicar el efecto de la inversión, consiguiendo al mismo tiempo beneficios económicos y sociales o ambientales. Invierte en empresas cuyas actividades sean consideradas sostenibles, o que ayuden a mejorar el estatus quo en alguna industria, y eso puede hacer que su rentabilidad sea algo inferior a la media de mercado. Algunos fondos de inversión, de hecho, llegan a donar parte de los beneficios para seguir aumentando el impacto. Ejemplos de esto pueden ser la construcción de edificios en el tercer mundo (colegios, hospitales…), el acceso a la vivienda a precios reducidos, mejorar el acceso a servicios médicos, fomentar la agricultura sostenible… y otras cosas que puedan mejorar la vida de parte de la población.
Si hay tanta variedad, ¿cómo puede un inversor medir su impacto real? Si nos paramos a pensar en las distintas formas de invertir de forma sostenible, es fácil darse cuenta de que no todas se pueden medir de la misma manera. Por ejemplo, aquellos que utilizan un criterio de exclusión centran su análisis en asegurar que no invierten en algo no deseado, pero no necesitan incluir métricas ESG. Los fondos que utilizan datos para entender la puntuación ESG de las empresas en la que invierten sí pueden ofrecer datos agregados de todas las inversiones del fondo. Normalmente se comparan contra el índice de referencia (por ejemplo, si invierte en empresas estadounidenses, pondrá su puntuación ESG en comparación con la media del S&P 500), para mostrar el mejor perfil de las empresas en las que invierte. Eso no significa que se estén ahorrando emisiones gracias a que el inversor haya metido dinero en esos fondos, sino que las empresas en las que invierte el fondo emiten, de media, menos que la media de todas las empresas disponibles para invertir. Aquellos que buscan influir en la gestión de una empresa para mejorar su puntuación ESG deberían indicar la mejora de esas métricas con el paso del tiempo, porque la medición en un momento concreto no será una imagen real de la actividad del gestor del fondo implicándose en las empresas en las que invierte. Es común que informen de su actividad presionando a las empresas (por ejemplo, en cuántas juntas de accionistas han intervenido en el último año, con cuántas empresas se han reunido…). Finalmente, los que buscan tener impacto en su inversión es lógico que muestren los resultados: los proyectos que se han logrado llevar a cabo, la mejora en el nivel de vida de un grupo de población, etc.
¿Cómo tomar la decisión de inversión ante tanta variedad? Como hemos visto, invertir con criterios ESG tiene una implicación: dedicar tiempo a analizar las alternativas y formarse un criterio. Lo mismo que cuando se quiere donar dinero a una ONG. Y lo mismo que cuando se busca invertir en cualquier otro producto. Por lo tanto, es clave que se haga las siguientes preguntas: ¿Entiendo bien en qué invierte este fondo de inversión/ETF/plan de pensiones? ¿Está bien explicado? ¿Me convence invertir siguiendo el criterio de este fondo? ¿Qué porcentaje de mi dinero considero que es adecuado destinar a este tipo de inversión?
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