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¿Cómo enseñar a tus hijos pequeños a ahorrar? “Los «hábitos mentales» que influyen en la forma en que los niños abordan problemas y decisiones complejos, incluidos los financieros, se determinan en gran medida durante los primeros años de vida. Hoy en día se reconoce que limitarse a transmitir información es ineficaz en este ámbito. Por el contrario, las experiencias tempranas proporcionadas por los padres, cuidadores y profesores que ayudan a los niños a aprender a planificar el futuro, a reflexionar sobre sus pensamientos y a regular sus emociones pueden marcar una gran diferencia a la hora de promover un comportamiento financiero beneficioso.”
Dr. David Whitebread, Universidad de Cambridge.
Una de las preocupaciones comunes de los padres es enseñar a los niños las claves sobre la gestión del dinero. “¿Cuándo hay que empezar?”, “¿no les enseñan en el colegio?”, “ya aprenderán cuando tengan dinero que gestionar”.

Todos los autores especialistas en gestión del dinero coinciden: se debería aprender sobre gestión del dinero, ahorro e inversión en el colegio, o al menos en la edad escolar. Porque si en esa edad aprenden a tener una relación sana con el dinero, les acompañará toda la vida.
¿Por qué es importante hablar de dinero desde pequeños?
Cuando somos pequeños vamos descubriendo cómo funciona el mundo a nuestro alrededor. Una de las cosas más fascinantes es la “facilidad” que tienen nuestros padres para comprar cosas: sacan dinero (que nunca se acaba) de la cartera o pasan una tarjeta por la “maquinita”.

Para los niños pequeños, lo fundamental es naturalizar la relación con el dinero. Deben aprender que:

El dinero que podemos gastar no es infinito, conforme compramos va desapareciendo y llega un punto en que se acaba. Hay que tener prudencia en los gastos y, si se puede, ir ahorrando poco a poco. Para ganar dinero hay que trabajar, el dinero no crece en los árboles. Hay que diferenciar entre deseos (juguetes, chucherías, cromos…) y necesidades (comida, ropa, libros…). Y no todo nos va a satisfacer de la misma manera, así que deben aprender a priorizar. Comprar una cosa implica que no puedo comprar otra: hay un coste de oportunidad. Renunciar a algo para optar por otra cosa mejor El dinero no sólo sirve para comprar. También sirve para ahorrar (pensar en el futuro) y para ayudar o regalar cosas a los demás (compartir). El dinero no es un tabú. De lo que no se habla, no se aprende. Y no es un tema que se agote en una conversación. Esta relación sana irá haciéndoles ver el dinero como lo que es, un instrumento para guardar valor a lo largo del tiempo. Y debería alejarles de uno de los principales problemas de nuestra sociedad: adorar al dinero.
¿Cuándo empezar a dar dinero a los niños?
Es normal que surjan dudas sobre el momento más adecuado para empezar a dar paga a los hijos. Los propios padres tienen que ver cuándo es el mejor momento, según su contexto y la forma de ser del niño, porque no hay una respuesta que sirva para todo el mundo. Puede ser interesante empezar pronto si:
Vive en un ambiente en el que va a ser muy importante que sepa ahorrar. No se preocupa por sus cosas y le vendría bien tener algo en lo que ser organizado. Se encapricha por cualquier cosa y no deja de insistir hasta que la consigue. Valora poco lo que tiene. En cualquier caso, no merece mucho la pena dar paga antes de los 6 o7 años, cuando ya saben sumar y restar con soltura, y empiezan a entender el distinto valor de monedas y billetes. E, incluso, si no se tiene una necesidad especial de formar al niño antes, podemos asumir que los menores de 12 años no deberían necesitar una paga, porque no tienen vida independiente de sus padres.

Algunos padres plantean dar pequeñas propinas cuando los hijos hagan ciertas tareas en casa. Hay que tener cuidado:
Si les damos dinero por tareas normales de colaboración en casa, como poner la mesa, o recoger la ropa, no entenderán que eso deben hacerlo para que la casa funcione bien. Tampoco les ayuda recibir dinero por aprobar exámenes o cosas semejantes, porque asociarán el crecimiento personal y el esfuerzo con que alguien les pague por ello. Sí les puede ayudar recibir algo de dinero cuando hagan un trabajo especial, más allá de sus deberes habituales: limpiar el coche, cortar el césped… La otra forma de darles dinero Cada vez más padres son conscientes de lo importante que es empezar a ahorrar e invertir pronto, por las ventajas del interés compuesto. Por eso es común meter algo de dinero con cierta frecuencia en un fondo de inversión o en ETFs muy diversificados para los hijos, sabiendo que no se va a usar en mucho tiempo. Cuando sean más mayores les servirá para aprender sobre invertir de forma diversificada y a largo plazo. La clave: enseñar con el ejemplo, en el día a día
Como casi todo, la mejor forma para enseñarles es predicando con el ejemplo. Los padres son el referente más importante para los niños, y aprenden muchas lecciones simplemente observando.

Es común ver estudios científicos que ratifican esta idea: vale más el ejemplo de cómo se gestiona el dinero en casa que una clase de educación financiera. Eso no quita que se aprovechen las situaciones cotidianas para ir explicando conceptos financieros.

Llevar a los niños a la compra es un buen ejercicio para que vayan viendo cómo se gestiona el dinero en casa:

Que aprendan a comparar precios, que nos vean ajustar decisiones de compra en función de los precios. Que asimilen qué significa que algo esté más barato y cuándo merece la pena pagar por algo más caro. Que entiendan lo que es la publicidad y sepan identificar los anuncios. Un anuncio intenta venderte algo, pero no tiene por qué ser lo que tú necesitas. Al ir a comprar algo con ellos, también está bien que sepan qué cosas concretas han ido a comprar, que entiendan que van a ver muchas otras cosas apetecibles, pero que no son lo que han ido a comprar. Así se les puede ir enseñando a evitar las compras impulsivas y aquellas para las que no tienen dinero.

Errores comunes y cómo evitarlos
Vamos a repasar las posibles formas de equivocarnos al enseñar a los niños sobre dinero:
Los niños pueden confundirse tanto si se le da una importancia excesiva al dinero, hablando de él con mucha frecuencia, como si se menosprecia el valor del ahorro y del autocontrol, derrochando todo el dinero que entra en casa. Si los adultos no somos capaces de controlar las compras impulsivas, los niños no aprenderán a controlarlas tampoco. Por ejemplo, al ver las cosas atractivas que hay justo al lado de la caja del supermercado, tienen que aprender que no se deben lanzar a comprarlo sólo porque les apetece. El dinero no sirve sólo para comprar y ahorrar, también sirve para regalar cosas a otras personas, o para ayudar a quien tiene menos.