Tipos de pensiones
Uno de los sistemas de que dispone para dar protección a la ciudadanía son las pensiones, que son los subsidios públicos que se conceden periódicamente o de por vida a aquellas personas que cumplan ciertos requisitos.
Entre ellas hay varios tipos. El más común es la pensión contributiva, popularmente llamada ‘jubilación ordinaria’, a la que tienen derecho todos aquellos ciudadanos que, después de haber aportado lo suficiente al sistema a través de sus cotizaciones, se retiran del trabajo activo.
Sin embargo, la Administración también tiene entre sus funciones cubrir las necesidades de aquellas personas que, por no haber alcanzado los requisitos mínimos de cotización, no pueden acceder a la pensión ordinaria o contributiva.
Aquí es donde entra en juego la pensión no contributiva, cuya función es solventar esta situación de vulnerabilidad. Se trata de un abono económico concedido a aquellos que carezcan de los recursos para garantizarse la subsistencia y que no han cotizado lo suficiente como para acceder a la prestación contributiva.
Funcionamiento de las pensiones no contributivas
A diferencia de las pensiones contributivas, las de tipo no contributivo no se conceden en función de las aportaciones a la Seguridad Social o los años cotizados, sino cuando se dan una serie de supuestos especificados en la ley. Dentro de esta modalidad hay dos tipos principales:
Jubilación: se entrega a aquellas personas que han alcanzado la edad fijada para el retiro laboral (65 años) y no han cotizado lo suficiente.
Invalidez: situación de incapacidad, permanente o transitoria, para ejercer una actividad laboral, originada por accidente o enfermedad.
¿Quién tiene derecho a una pensión no contributiva? Requisitos
Las pensiones no contributivas de jubilación e invalidez se conceden a personas sin recursos. Para acceder a ellas, es necesario cumplir tres requisitos según el tipo de pensión:
No tener ingresos significativos. Estas pensiones están pensadas para personas con pocos recursos cuya renta no supere los 5.899,60 euros al año, según el cómputo de 2022. Esta cantidad aumenta según el número de personas que formen la unidad familiar, es decir, que convivan con quien solicita la pensión.
Para la pensión no contributiva de jubilación es necesario tener más de 65 años y haber vivido en España por lo menos durante 10 años, dos de ellos seguidos e inmediatamente anteriores a pedir la pensión no contributiva.
Para la pensión no contributiva de invalidez es necesario acreditar un grado de invalidez igual o superior al 65%. Además, también hay que haber vivido en España durante cinco años, de los cuales dos deben ser consecutivos e inmediatamente anteriores a la solicitud.
¿Cuándo se cobra la pensión no contributiva?
El día concreto en el que se cobra la pensión contributiva puede variar, pero normalmente el ingreso se produce en torno al día 25 de cada mes.
¿Cuándo se pierde la pensión no contributiva?
Este tipo de pensiones se cobran hasta que se dejan de reunir los requisitos para hacerlo. Si en cualquier momento se supera el umbral de ingresos, se dejará de percibir la pensión no contributiva. También puede ser motivo de retirada no comunicar los cambios de residencia, de estado civil o de recursos económicos (si, por ejemplo, se cobra una herencia).
¿Cómo solicitar la pensión no contributiva?
La gestión de estas pensiones no contributivas se realiza de forma descentralizada. Está atribuida a los órganos competentes de cada Comunidad Autónoma y a las Direcciones provinciales del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) en las ciudades de Ceuta y Melilla. Por consiguiente, cada ente autonómico y provincial establece los trámites para solicitarla.
Las pensiones no contributivas son la forma que el Estado tiene de cubrir a todas las personas, de forma que tengan un ingreso mínimo al jubilarse o al sufrir una incapacidad, independientemente del tiempo que hayan trabajado.