En algún momento de nuestra vida todos necesitamos pedir un préstamo a nuestro banco. Pagar un máster, reformar nuestra casa, dar alas a un nuevo proyecto… Son muchas las ocasiones en las que un impulso financiero puede ayudarnos a conseguir nuestras metas. Los préstamos al consumo suelen ser una de las vías principales para lograr esa liquidez pero, antes de elegir uno, hay que tener muy presentes varios aspectos fundamentales que influyen directamente en las condiciones del mismo. A continuación, siete puntos que no debemos perder de vista si pensamos pedir un préstamo.
1. El tipo de interés
pero, como en todo, hay que ir más allá del simple número que nos ofrecen. Lo primero hay que distinguir entre el TIN y la TAE . A grandes rasgos, el TIN es el tipo de interés que el banco aplica al prestar dinero. El TAE es el TIN más las comisiones asociadas. Por tanto, de entrada, hay que fijarse en el TAE porque nos ofrece un cálculo más preciso del coste real que vamos a pagar por nuestro préstamo.
2. La vinculación exigida
Muchos préstamos suelen exigir condiciones para ser concedidos. Entre las más habituales están el ser cliente de la entidad en cuestión, tener domiciliada la nómina o contratar algún producto como un seguro, un plan de pensiones o un fondo de inversión. Hay que tener en cuenta que algunas entidades ofrecen mejores condiciones a aquellos clientes que tienen más vinculación o mayor solvencia.
3. El plazo de amortización
En ocasiones, algunos préstamos limitan el plazo de amortización , esto es el número de meses en el que debemos devolver el dinero prestado además de los intereses. Hay que recordar que, cuanto mayor sea el plazo, mayores serán los intereses a pagar.
4. El importe máximo
También es un factor a tener muy en cuenta para saber si el préstamo se ajusta a nuestras necesidades. No obstante, en muchos casos, la cuantía máxima a la que podremos optar viene condicionada por el análisis de riesgos que realiza la entidad para dar luz verde a la operación.
5. Las comisiones que se aplican
Muchos préstamos llevan asociadas comisiones que elevan el coste final que acabaremos devolviendo al banco por el dinero concedido. Entre las más habituales están:
Comisión de estudio: algunos bancos la aplican por las gestiones que hacen para verificar la solvencia y viabilidad del préstamo. Se cobra un porcentaje del importe solicitado.
Comisión de apertura: algunos bancos la aplican por las gestiones de formalizar y poner a disposición del cliente el dinero solicitado. Se cobra un porcentaje del importe solicitado.
Comisión por cancelación anticipada: algunos bancos la aplican en aquellos préstamos que son cancelados antes de tiempo. Esta comisión es del 1%, como máximo, si falta más de un año para terminar de devolver el préstamo o del 0,5% si restara menos de un año. En todo caso, la comisión no puede ser mayor que la que tenía el préstamo en el momento de su contratación.
Comisión por cambio de condiciones: algunos bancos la aplican cuando el cliente pide que se cambie alguna de las condiciones pactadas en inicio y la entidad accede a ello.
6. El periodo de carencia
Algunos bancos ofrecen la posibilidad de no pagar por el préstamo en los primeros meses tras haber sido concedido. En este periodo hay que distinguir entre carencia parcial (se pagan sólo los intereses) o carencia total (no se paga nada). Hay que recordar que esto no sale ni mucho menos gratis, ya que los intereses se generan sobre el total del capital prestado y, al final, la carencia simplemente pospone el pago.
7. Calcular la cuota final a pagar
Este último punto no es menos importante. Es necesario saber si la operación se ajusta a nuestras necesidades. Si podremos asumir la cuota final del préstamo más sus intereses en función de nuestros ingresos, nuestros gastos, nuestra situación laboral, nuestras perspectivas durante el tiempo que dure el préstamo… Un estudio bien planteado de todas estas variables es la clave para poder pedir un préstamo de la forma más inteligente.
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