¿Por qué se aplican tipos de interés en los préstamos?
El tipo de interés es uno de los elementos más importantes de cualquier préstamo. De hecho, cualquiera de nosotros asume de forma natural que cualquier instrumento de financiación, como los préstamos, lleva aparejado un tipo de interés.
Pero, ¿sabes por qué se aplican tipos de interés en los préstamos? Y, sobre todo, ¿qué ocurriría si los bancos no lo aplicasen? A continuación, te lo explicamos.
¿Qué es el tipo de interés de un préstamo?
El tipo de interés es, básicamente, el precio de un préstamo. Dicho de otro modo, es el sobrecoste que el deudor debe devolver junto con el capital del préstamo, y que normalmente va implícito en la cuota que se paga mensualmente.
Por ejemplo, si el banco concede un préstamo de 15.000 € al 3% anual a tres años, el deudor debería devolver 450 € al año junto (un total de 1.350 €) más el capital. En total, deberá devolver un total de 16.350 €.
¿Por qué se aplican tipos de interés en los préstamos?
Existen diferentes factores que influyen en el tipo de interés que se aplica en los préstamos, la mayoría de los cuales dependen de la situación económica del deudor y otros que están relacionados por la situación macroeconómica general de un país o zona económica.
Contrarrestar el riesgo de insolvencia del deudor
El primer motivo para exigir un tipo de interés es para contrarrestar el riesgo de crédito del deudor, es decir, por la posible pérdida que asume el banco como consecuencia del impago parcial o total del préstamo.
Las entidades bancarias disponen de departamentos de riesgos específicos para determinar cuál es el riesgo de insolvencia del deudor. Cuanto mayor sea este riesgo, mayor será el tipo de interés exigido en el contrato de préstamo, y viceversa. De hecho, en algunos casos, un elevado riesgo de insolvencia puede hacer que no se conceda el préstamo.
Compensación económica por el préstamo de dinero
Durante el tiempo que dure el contrato del préstamo, el banco no puede utilizar ese dinero para su actividad habitual. Por esta razón, exige al deudor una compensación económica en concepto de tipo de interés.
De hecho, cuanto mayor sea el plazo del préstamo, mayor será la contraprestación exigida, ya que mayor será el periodo en el que se inmovilizan los fondos. Esto mismo ocurre con algunos productos financieros como los bonos gubernamentales o los depósitos a plazo fijo, donde los inversores exigen más rentabilidad por estos títulos de deuda cuanto mayor sea el horizonte de la inversión.
El precio del dinero
Los bancos, al igual que cualquier particular o empresa, también solicitan financiación para su negocio, que normalmente lo conceden otros bancos o el Banco Central Europeo, que a su vez dependen del tipo de interés oficial. De hecho, el interés medio al cual los bancos se prestan dinero es el euríbor, que influye directamente en el precio de las hipotecas a tipo variable, y de forma indirecta en las hipotecas a tipo fijo y mixto.
Evidentemente, cuanto mayor sea el tipo de interés al que los bancos piden el dinero, mayor será el tipo de interés que aplican a sus préstamos. La diferencia entre ellos es el conocido margen de intermediación, que es una de sus principales vías de ingresos.
¿Qué pasaría con el capital de las entidades si estas prestaran dinero sin cobrar intereses?
La respuesta rápida a esta pregunta es sencilla: que no habría préstamos y, en general, tampoco existiría financiación. Pero supongamos que un banco comienza a conceder préstamos sin intereses a todo el que lo solicite. ¿Qué ocurriría en este caso?
Básicamente, si esto ocurriera, lo más probable es que aumentase la morosidad de los bancos, lo que podría poner en riesgo su viabilidad. No sería necesario ningún departamento de riesgos, por lo que no se podría diferenciar entre los deudores más solventes de aquellos que no lo son.
Pero asumiendo que únicamente se concede financiación a aquellos deudores de los que se tiene una seguridad razonable de que lo van a devolver, los préstamos sin intereses no serían sostenibles en el tiempo. Dado que es una de las principales vías de ingresos de los bancos, se verían obligados a asumir pérdidas permanentes, lo que acabaría con su negocio.
En definitiva, los intereses en los préstamos son necesarios para mantener un sistema financiero sano y solvente. Además, proporciona información muy valiosa para la estabilidad macroeconómica ya que se puede conocer el perfil de riesgo de los clientes, a qué plazo se están inmovilizando los recursos y cuál es la utilidad del dinero para los ciudadanos, entre otras muchas cosas.