Imaginemos al ahorrador medio español, 40 años, con una hipoteca y algo de ahorros que tiene en una cuenta corriente o en un depósito. Hace años que no le dan ninguna rentabilidad, por lo que busca una alternativa, decide invertir sus ahorros.
Y escoge, por ejemplo, la bolsa española (el índice Ibex 35) porque le suena más, o la de los Estados Unidos (el índice S&P 500) porque ha leído que ha dado una rentabilidad muy buena en los últimos meses.
Tiene dos opciones para invertir la gestión activa o pasiva, te contamos las características de cada una:
¿Qué es la gestión activa?
La gestión o inversión activa, es la acción de recurrir a un gestor o experto de un fondos de inversión, para que seleccione los activos basados en su criterio. Estos son dos de los principales criterios que se tienen en cuenta con la gestión activa:
1. Elegir en qué empresas hay que invertir
Cuando leemos que la bolsa americana ha ido bien, que por ejemplo ha subido un 5% el último mes, están hablando de una media de todas las empresas que hay en la bolsa. Pero hay empresas que habrán ido muy bien, subiendo un 20%, y otras que habrán perdido un 10% de su valor.
Este experto tiene la misión de escoger las empresas que él considera que van a ir bien en base a una estrategia propia.
2. Decidir cuándo hay que comprar o vender
A lo mejor está interesado en comprar acciones de una empresa determinada, pero decide esperar porque cree que el mercado va a bajar, o que la cotización de la acción está demasiado alta. O al revés. Va a estar siempre pendiente de cuándo es buen momento para vender esa empresa y comprar otra.
Estas dos tareas (seleccionar las empresas y elegir el momento adecuado), las tiene que hacer no solo la primera vez, sino de manera constante (por eso se denomina gestión activa).
Según el estudio SPIVA® Europe Scorecard, el 98,8 % de los gestores de fondos mundiales que eligen cuál es el mejor valor para invertir no aciertan y no consiguen ganar más que el índice de referencia a 10 años.
Esta es la primera opción que te exponemos, la segunda es la gestión pasiva.
¿Qué es la gestión pasiva?
La alternativa a la forma de invertir habitual, en la que se elimina el papel del experto: no hay que estar tomando decisiones de manera continua, de manera “activa”: por eso se llama gestión pasiva.
Por qué elegir la gestión pasiva
Una vez que el ahorrador decide en qué quiere invertir—por ejemplo, en bolsa americana— en la gestión pasiva ya no hay más decisiones que tomar.
No decide las empresas que comprar: compra todas las que están incluidas en ese índice en la misma proporción en la que están reflejadas en el índice. Se pueden comprar directamente a través de fondos indexados o ETFs.
Tampoco hay que decidir cuándo comprar y vender; se compra al inicio (o con aportaciones periódicas) y ya está, se deja el dinero ahí, actuando de forma “pasiva”, evitando así vender en momentos de pánico.
Ventajas de la gestión pasiva frente a la activa
1. Más sencilla
Solo seleccionas el mercado o mercados donde invertir.
2. Más barata
No hay que pagar a esos expertos para tomar decisiones, ni los sueldos, ni las bases de datos. Tampoco hay que pagar las comisiones que supondría la compra y venta constante de acciones y bonos, que son costes que se acaban cobrando al cliente y reducen su rentabilidad. Todos estos costes se le cobran al cliente, y reducen su rentabilidad.
3. Disminuye errores
La gestión pasiva elimina el riesgo de cometer los dos errores más comunes que cometemos los inversores: equivocarnos al elegir la empresa y el momento en el que comprar y vender (a menudo compramos cuando ha subido y vendemos cuando ha bajado). Estos dos errores se cometen continuamente cuando alguien intenta gestionar de manera activa una inversión, y, a largo plazo, tienen un impacto enorme en la rentabilidad.
En la mayor parte de los casos, al evitar cometer estos errores continuamente en el largo plazo, la gestión pasiva es más rentable que la activa. En la gestión activa, los mayores costes y esos “errores” de inversión de los que hablábamos, van mermando gradualmente la rentabilidad.
En cualquier caso, el inversor debe analizar, de acuerdo a su perfil, sus necesidades de inversión y su horizonte temporal, los pros y contras de cada modelo y decidir qué tipo de gestión, activa o pasiva, se ajusta más a sus preferencias.
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