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¿Cuánto dinero necesito para empezar a invertir?
Seguro que alguna vez has pensado que para invertir hay que ser rico. Es una idea bastante extendida: solo quienes tienen grandes patrimonios pueden acceder a la bolsa. Pero lo cierto es que, desde hace tiempo, ya no es así.

Hoy, gracias a la tecnología y a la evolución del sector financiero, invertir está al alcance de casi cualquier persona. No hace falta tener miles de euros para empezar: lo que sí hace falta es tener una base sólida y saber por dónde comenzar.

Y entonces surge la gran pregunta: ¿cuánto dinero necesito realmente para empezar a invertir?

La respuesta no es única, pero sí hay algunas claves que conviene tener claras desde el principio: contar con un colchón de emergencia, entender los costes asociados a la inversión y saber que, a veces, tener algo de dinero disponible también es buena estrategia.

Antes de invertir, hay que aprender a ahorrar Invertir puede ser una excelente forma de hacer crecer tu dinero, pero no debería ser el primer paso. Antes de pensar en rentabilidades o productos, lo más sensato es haber ahorrado lo suficiente para cubrir imprevistos. Lo que se conoce como colchón de emergencia: ¿Cuánto? Como regla general, entre tres y doce meses de tus gastos. Este fondo te permitirá afrontar situaciones inesperadas, como una avería o un gasto médico, sin tener que vender tus inversiones en un mal momento.  Antes de invertir, asegúrate de estar preparado para no tener que tocar ese dinero a corto plazo. El dinero destinado a la inversión no debe formar parte de tu presupuesto mensual ni estar comprometido para gastos futuros inmediatos.

Invertir sin esa tranquilidad puede llevar a decisiones precipitadas, como vender en pérdidas ante momentos de pánico o urgencia.
Tipos de producto: elige el que mejor se adapta a tu bolsillo Una de las grandes ventajas de invertir hoy en día es que existen productos para casi todos los bolsillos. Ya no es necesario tener grandes sumas para empezar: lo importante es elegir el producto adecuado ajustado a tu perfil y acorde al plazo que deseas estar invertido.

Aquí te dejamos un repaso por los principales tipos de inversión:
Acciones: algunas cotizan por debajo del euro, mientras que otras, como las de Berkshire Hathaway de Warren Buffett, superan los 700.000 dólares por acción. Eso sí, recuerda que una acción que cotice más barata no la hace mejor ni peor. Fondos de inversión: Reúnen el dinero de muchos pequeños ahorradores para invertirlos de forma conjunta en una cesta de acciones y otros productos, y ahorrar comisiones. La inversión mínima puede estar determinada por el importe en euros (normalmente a partir de 1€) o en número de participaciones (mínimo una participación, independientemente de su coste). ETFs (fondos cotizados): combinan lo mejor de dos mundos: la diversificación de los fondos y la flexibilidad de operar de las acciones. La principal desventaja frente a los fondos tradicionales es que no permiten el traspaso sin impacto fiscal. La inversión mínima es una participación, que en cada ETF será distinta. Planes de pensiones: pensados para tu jubilación, suelen permitir aportaciones desde cantidades muy pequeñas de dinero, igual que los fondos. Sin embargo, la legislación española sí establece un límite máximo para las aportaciones anuales a planes de pensiones individuales, que es de 1.500 euros.
¿Qué costes hay que tener en cuenta? Los costes asociados a la inversión pueden parecer pequeños al principio, pero a lo largo del tiempo tienen un impacto directo en la rentabilidad final de tu inversión.

Estos son los principales:
Comisiones de compra y venta: cada vez que operas, el bróker puede aplicar una comisión, tanto al comprar acciones como ETFs. Estas tarifas varían mucho según la entidad y el tipo de producto. Algunos brókers ofrecen operaciones sin comisiones en determinados activos, pero conviene leer bien la letra pequeña. Algunos fondos de inversión tienen también comisiones específicas de compra o de venta, pero es menos común. Comisión de gestión: si inviertes en fondos de inversión o ETFs pagarás una comisión anual por la gestión profesional de tu dinero, aunque suelen estar ya descontadas del valor liquidativo del fondo. Comisión de custodia: la mayoría de las entidades cobran por mantener tus valores en cartera, especialmente si no realizas operaciones con frecuencia. Aplica, normalmente, a todos los productos, aunque suele ser una comisión baja. También hay que tener en cuenta la fiscalidad de cada producto. En España, las ganancias obtenidas por la venta de productos financieros tributan como rentas del ahorro. El porcentaje concreto que se aplica (el tipo impositivo) varía según el importe de la ganancia, y es importante saber cuándo se genera la obligación de declarar y pagar impuestos.

En conjunto, estos costes pueden parecer menores, pero su efecto acumulado puede reducir significativamente la rentabilidad a largo plazo. Por eso, comparar comisiones, y entender la fiscalidad es tan importante como decidir en qué, cuándo y dónde invertir.

¿Y si solo tengo poco dinero? Pensar que tienes poco dinero para invertir no significa que debas ponerlo todo de golpe. Esa es la fórmula tradicional a la que muchos están acostumbrados, pero no siempre es la más adecuada. Imagina que inviertes todo tu capital justo antes de una caída del mercado: podrías ver cómo una parte importante de tu inversión se reduce en cuestión de días.

Frente a esa estrategia está la inversión periódica, también conocida como “Dollar Cost Averaging”. Consiste en invertir cantidades pequeñas, por ejemplo 50 euros al mes, en lugar de hacerlo todo de una vez. Esta técnica te permite suavizar el impacto de la volatilidad: unas veces comprarás más caro, y otras, más barato.

Además, la inversión periódica tiene otras ventajas:
Te ayuda a crear el hábito de invertir, sin necesidad de tener mucho dinero. Reduce el riesgo de dejarte llevar por las emociones, porque no dependes de acertar con el “mejor momento”. Es compatible con tus ingresos mensuales, lo que la hace más sostenible. También puedescombinar ambas estrategias: invertir una cantidad inicial y luego seguir aportando mes a mes. Es una forma eficaz de empezar con poco y construir una cartera sólida con el tiempo.
Conclusión: más importante que cuánto, es empezar Invertir no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. No necesitas miles de euros para empezar, pero sí necesitas disciplina, paciencia y una estrategia clara.

Empieza con lo que tengas, pero hazlo bien: con un colchón financiero, y con una mentalidad de largo plazo. Porque en inversión, lo importante no es cuánto tienes, sino cómo lo haces crecer.